PARA QUE LA CONFIANZA BROTE


Recojo parte de un discurso de Mario Vargas Llosa en el que alude a la desconfianza como una de las razones que probablemente expliquen por qué a menudo los proyectos modernizadores se han quedado a medio camino.

Si la gente no cree en ellas, no funcionan.
“En los países latinoamericanos -y en los del Tercer Mundo en general- hay una desconfianza profunda de la ciudadanía en las instituciones y ésta es una de las causas mayores por las que ellas fracasan. Las instituciones no pueden funcionar debidamente si la gente no cree en ellas y, por el contrario, las considera una fuente de inseguridad, de injusticia, de corrupción y nada que se parezca a un verdadero servicio público. Y descreer en las instituciones es una manera efectiva de desmoralizar a los funcionarios e incitarlos a no cumplir con su deber”.

La mordida mexicana, la coima peruana.
Para graficar la desconfianza que una institución tan importante como la policía inspira en la ciudadanía, hace referencia a los sobornos que los policías de tránsito suelen recibir de los conductores, para luego sentenciar: “…sería una injusticia responsabilizar sólo a los policías por la institución de la mordida -soborno, coima- . No menos culpables que ellos son los ciudadanos que recurren a ella para liberarse de una contravención o permitirse algo prohibido. En todo caso, lo evidente es que nada desacredita tanto las instituciones como semejantes tráficos, que eclipsan esa confianza en el Estado, sin la cual no hay democracia ni progreso real ni civilización”.

Justicia inicua
Continúa, revisando el estado de la administración de justicia. “La falta de fe en los tribunales, la convicción de que los jueces, y todo el sistema de justicia, sólo existen para favorecer a quienes detentan el poder político o el poder económico, y que los ciudadanos del común -los pobres y desvalidos- si caen en los mecanismos judiciales serán inevitablemente perjudicados, atropellados y arrollados por los poderosos, es acaso la peor de las desconfianzas, pues si hay algo absolutamente prioritario en una sociedad para que arraigue la cultura democrática es el funcionamiento de una justicia equitativa…”.

Con reformas, la confianza brota.
Y antes de que nos volquemos por completo a pensar en la imposibilidad de forjar una cultura de confianza para propiciar una sociedad mejor, Vargas Llosa dixit: “No faltará quien se diga que, siendo así las cosas, no hay manera de salir del subdesarrollo porque, estando todas las instituciones desprestigiadas por su mal funcionamiento y por la corrupción que las roe, todo intento de reforma de la policía, la justicia o la administración pública está condenado a fracasar debido, precisamente, a esa falta de confianza que todas ellas despiertan en el público. En realidad, no es así. La desconfianza va despareciendo siempre y cuando las reformas sean simultáneas en todos los órdenes y los ciudadanos adviertan que el empeño transformador y moralizador ataca al mismo tiempo todos los dominios de la actividad pública, y se va abriendo paso en la sociedad la idea de que tan idénticamente punibles son los funcionarios, policías y magistrados corruptos como sus corruptores…”. “Si el esfuerzo reformista es simultáneo, profundo y ecuménico, la confianza brota y ella imprime un dinamismo creciente, incluso extraordinario, a la moralización de las instituciones y a la democratización del cuerpo social”.

Remigio Chujutalli Flores
GRUPO CONVERGENCIA

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