Hacia una cultura de Confianza

Por: Remigio Chujutalli F.
Hacer propuestas inconsistentes, acusaciones sin argumento, y prometer sin ninguna intención de cumplir, constituyen el ejercicio más común de nuestros líderes políticos.
Si en algunos casos agregamos malversación de fondos públicos, coimas, nepotismo y favoritismo; es decir, corrupción en sus diversas modalidades, resulta enteramente comprensible el elevado descrédito y desprecio que la población tiene para con los políticos.

“No es cuestión sólo del mensaje, sino también del mensajero”. Pues depende de la convicción y de la integridad del que transmite el mensaje para que quienes lo reciban, lo acepten y se comprometan con la causa. Es triste reconocer que los peruanos somos cada día más escépticos de los discursos, pues quienes los pronuncian gozan de la absoluta desconfianza de las personas.

Ocupadas en el aprovechamiento del cargo, las autoridades olvidan representar a sus electores, desatienden sus necesidades y se despreocupan de sus reivindicaciones.
Ante esta crisis de representatividad, los reclamos de un pueblo son encauzados en protestas justas, pero que a veces devienen en protestas violentas.

La solución de muchos de los problemas podría alcanzarse a través del diálogo oportuno y honesto, pero es esta falta de representatividad y sobre todo la desconfianza en los políticos lo que dificulta las condiciones para el diálogo. La con­fianza, al facilitarlo, actuaría en este caso “como un ‘aho­rrador de conflictos potenciales’ limitando el ‘pleitismo’”
[1]

“Los pueblos tienen las autoridades que se merecen”
¿Son la corrupción y la desconfianza, actitudes endémicas de nuestros políticos?
Con pesar, tenemos que aceptar que no.
Mientras deploramos y condenamos la corrupción de nuestras autoridades, ésta es al mismo tiempo “una práctica ampliamente extendida en la sociedad”
[2].
El antropólogo Ludwing Huber, en un estudio sobre la pequeña corrupción en Ayacucho, concluye: “Mientras la retórica se caracteriza por una adhesión formal a las normas del sistema y una condena unánime de la corrupción, en su hábito cotidiano la gente se ha acostumbrado a practicarla, y lo hace con mucha facilidad y destreza”

Asimismo, la desconfianza tampoco es inspirada sólo por los políticos. Una encuesta del Instituto de Opinión Pública de la PUCP, aplicada en mayo de este año en Lima Metropolitana, indica que el 89% de los entrevistados sostiene que es muy difícil confiar en los demás. Lo cual sin duda dificulta acciones colectivas y una convivencia armoniosa.

Propagar confianza
Siendo este el panorama, a las organizaciones de la sociedad formadas a partir de la confianza entre sus integrantes, les corresponde propagar esta forma de proceder, y lograr reunir a personas para que a través del diálogo lleguen al reconocimiento y respeto mutuo.

La confianza, una institución informal que incide sobre el comportamiento de los individuos y las organizaciones de una sociedad permite trascender las relaciones conflictivas y facilita la asociatividad. De esta forma puede indudablemente acelerar el desarrollo económico y social, la ansiada meta de la sociedad.

[1] Bernardo Kliksberg. “CAPITAL SOCIAL Y CULTURA, CLAVES DEL DESARROLLO”, Revista Cuadernos Latinoamericanos de Administración (2006)
[2] Fernando Rospigliosi. “CULTURA DE CORRUPCIÓN”, Perú.21 (8 de junio de 2008)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Remigio,

Haces bien en mostrar la necesidad de una cultura de confianza para acelerar el desarrollo social, lamentablemente los hechos parecen demostrar que la sociedad peruana está más bien basada en una cultura de la desconfianza, razones no faltan, peor en el terreno político donde a cada rato ocurren hechos que llevan a la desconfianza, así se entra en un círculo vicioso donde la desconfianza genera mayor desconfianza.

¿Cómo revertir esta situación?, difundir puede ayudar pero siempre será insuficiente, debemos tener en cuenta que la confianza no es algo que se da o se ofrece, la confianza se construye.

¿Cómo construir confianza? Para construir confianza, en principio se debe ser coherente entre lo que se predica y lo que se practica, en algunos casos quizá basta con eso pero en la mayoría no, hace falta además mucha comunicación, interacción, disposición de todas las partes y paciencia ya que construir confianza es todo un proceso y puede demorar, más aún si aumenta el número de interesados. Imagínate cuanto demoraría construir una cultura de confianza en toda una sociedad... sin duda generar medios que permitan construir confianza, acelerar los procesos de construir confianza y sobre todo construir circulos virtuoso donde la confianza genere más confianza, es todo un reto social para personas, organizaciones, representantes, etc.